Viendo un capítulo de Mad Men, dónde le presentaban al cliente los artes finales de su campaña, me quedé pensando en qué o quién debiera ser lo que validara o no, una campaña publicitaria. En aquellos años, la serie se inspira sobre los 60, el cliente era el que al final, decidía si las ideas de los creativos iban hacia adelante.
A mí me surgen dos preguntas: ¿Sigue siendo igual hoy en día? ¿Es el cliente quién debiera decidir si la propuesta es adecuada o no?
Bueno, con el permiso de nuestros clientes, me atreveré a expresar lo que pienso.
Hoy en día, sigue siendo más o menos igual; sí es cierto que debido a (no, no diré la palabra maldita, aquí está prohibido decirla), mejor, como les gusta decir a nuestros compañeros, “el cambio de escenario”, el cliente se ha dado cuenta de que ahora más que nunca, que solo con innovación y diferenciación es posible abrirse paso en medio de la jungla frondosa formada por marcas y productos que ocupan y llenan pasillos de comercios, escaparates y como no, sitios Web de Internet. El cliente decide, según su criterio, “¿soy el que paga no?”.
En realidad, es un criterio totalmente obsoleto. En un momento, como los 60 y las primeras décadas posteriores, existía tal “desierto publicitario” que no era difícil, con un buen puñado de…dólares, claro!, posicionar una marca en un mercado tan “absorbente”. Hoy en día, “sin el puñado de dólares”, con un público mucho más exigente y con un mercado excesivamente saturado, hacerse ver, es muchísimo más difícil. Por eso que las empresas deberían investigar qué publico demandan su producto (o no y por qué), y dejar que los profesionales generen un valor tan sencillo, pero complejo a la vez: El deseo por adquirirlo.
Vicente Garcés Sandalines
A mí me surgen dos preguntas: ¿Sigue siendo igual hoy en día? ¿Es el cliente quién debiera decidir si la propuesta es adecuada o no?
Bueno, con el permiso de nuestros clientes, me atreveré a expresar lo que pienso.
Hoy en día, sigue siendo más o menos igual; sí es cierto que debido a (no, no diré la palabra maldita, aquí está prohibido decirla), mejor, como les gusta decir a nuestros compañeros, “el cambio de escenario”, el cliente se ha dado cuenta de que ahora más que nunca, que solo con innovación y diferenciación es posible abrirse paso en medio de la jungla frondosa formada por marcas y productos que ocupan y llenan pasillos de comercios, escaparates y como no, sitios Web de Internet. El cliente decide, según su criterio, “¿soy el que paga no?”.
En realidad, es un criterio totalmente obsoleto. En un momento, como los 60 y las primeras décadas posteriores, existía tal “desierto publicitario” que no era difícil, con un buen puñado de…dólares, claro!, posicionar una marca en un mercado tan “absorbente”. Hoy en día, “sin el puñado de dólares”, con un público mucho más exigente y con un mercado excesivamente saturado, hacerse ver, es muchísimo más difícil. Por eso que las empresas deberían investigar qué publico demandan su producto (o no y por qué), y dejar que los profesionales generen un valor tan sencillo, pero complejo a la vez: El deseo por adquirirlo.
Vicente Garcés Sandalines
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