miércoles, 29 de agosto de 2012

Cuando el odontólogo mordió la manzana



Odontología, una profesión con más de 5.000 años de antigüedad, que desde sus orígenes, con  los padres de ésta, los egipcios, incrustando piedras preciosas, hasta los griegos, Cirene, Rodas y Cos, ejerciendo como maestros, pasando por la Escuela Médica de Salermo en la Edad Media y por supuesto la herencia árabe de Avicena, y años después, a Ingvar Branemarks, dando paso a lo que hoy conocemos como la odontología moderna.

Desde los primeros tiempos, el odontólogo es considerado como un profesional de inconmensurable valor, es más, en el caso del hombre primitivo, era percibido como un brujo o como un ser semi-divino. Aún hoy en día, sentimos el alivio del dentista actuando “mágicamente” quitándonos la penitencia de una caries, una gingivitis, de la muela del juicio o de alguna que otra alteración de nuestra salud bucal. Y no solo es el dolor, sino nos “regala” la posibilidad de poder alimentarnos bien, por no hablar de la autoestima y el bienestar que produce una boca sana.

Pero algo pasó hace 20 años en España que cambio el concepto odontología-valor. Se abrió la primera franquicia de clínicas dentales, y con ella la “democratización” de servicios y precios. El primer cambio que hubo fue sobre todo en el concepto de negocio. Se advirtió una gran oportunidad por ser un mercado, considerado en términos de marketing “océano azul”, es decir, con poca competencia y mucho campo por explotar.

¿Qué sería lo que se le pasaría por la mente a quién por los finales de los 80, se planteó iniciar lo que hoy llamamos la “globalización”? ¿Perdió el principal objetivo de su profesión? ¿Pensó en “unidades monetarias” o mantenía lo que, seguramente le inicio en el mundo de la salud dental?

El caso es que ese cambio fomentó una revolución en el sector, y hoy en día cualquiera que se plantee salirse del redil, está nadando contracorriente en un segmento multi-potenciado.

Me refiero en concreto a la manera que estas franquicias muestran su oferta de valor en el mercado. Anuncios en medios de divulgación masivos como la televisión, la prensa o los grandes portales de Internet, han hecho de ellas, opciones casi exclusivas; de otro modo, ¿Quién no se rinde a los mensajes cautivadores de un anuncio en prime time donde la apelación a la autoestima está constantemente golpeando el ego del consumidor?. Dónde por supuesto su público objetivo es desde la joven y apuesta adolescente, hasta la mamá jubilada, pasando por el niño entrando en la pubertad.
¿No se está llevando la profesión por otro terreno muy distinto de su origen de sanación y salud?, ¿Nos hemos parado a pensar el precio que se puede llegar a pagar por todo eso?

Por supuesto que todos aprendemos un oficio con la finalidad de sostenernos y desarrollarnos con él, pero, ¿No se ha perdido de vista la meta?

Según la Real Academia Española (RAE), la odontología trata sobre el “Estudio de los dientes y del tratamiento de sus dolencias”. ¿Es eso lo que reflejan los anuncios que vemos en medios de comunicación?

Sería interesante que hiciéramos un estudio de conciencia y que valorásemos si es eso lo que en realidad ven en el odontólogo.

Pero no todos piensan igual, aún hay quién se cuestiona “morder la manzana” y seguir haciendo de su profesión un arte, algo de sumo valor, sin democratización, sin trabajo en serie. La cuestión es, ¿Podrá el sistema actual absorber a los 70.000 odontólogos que se prevén para el 2020, o habrá otro modo de trabajar y en lugar de globalización podamos hablar de “personalización”? ¿Será la solución cambiar el modelo de negocio moderno?


Vicente Garcés Sandalines

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