jueves, 18 de noviembre de 2010
Metodología de un Proyecto III. La Selección.
Siempre que se habla de ideas, particularmente en diseño gráfico, se busca llegar a lo exclusivo y completamente original. Esas premisas nos llevan a una búsqueda extrema de "la idea” que, de nada sirve que sea genial si no se logra conseguir que, a su vez, sea rápidamente reconocible. Una buena idea no necesariamente es compleja, es más, por lo general es bien simple y directa.
Una idea, a la hora de emplearla en un entorno comunicativo, no debe llevar únicamente consigo un atractivo visual y una coherencia con el cliente, sino que también debe estar respaldada por un buen concepto.
La buena idea potencia directamente el buen resultado gráfico, digamos que mantienen una relación simbiótica para conseguir, en nuestro caso, un elemento comunicativo posicionable.
¿Cómo sabemos si nuestro proyecto realmente está comunicando lo correcto?
Debemos confiar en la profesionalidad del equipo de trabajo, para que nos den una opinión lógica sobre él. Esta puesta en común nos libera de la subjetividad a la que nos sometemos a la hora de trabajar en el proyecto y nos ayuda a tener otras visiones del mismo, así como para fijarnos en posibles erratas.
Una vez obtenidas las pautas iniciales para la obtención del resultado final, la idea se constituye como el mejor sistema de evaluación que tenemos para ir auto-corrigiéndonos y testar nuestro trabajo, y así lograr que el proyecto comunique lo correcto, ese valor tal y como lo teníamos pensado.
Es en este punto donde la idea asimila todo el proceso realizado hasta el momento, y le da un posible cierre, o nos indica que algo elegimos mal en el proceso del mismo. Luego el resultado puede ser sometido a estudios de marketing, a la opinión del cliente, etc., pero conseguir un resultado que nos satisfaga a nosotros mismos, es fundamental para poder luego, sostener nuestro resultado.
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